jueves, 17 de junio de 2010

Sida, aquí estoy




Gustavo lleva conviviendo con el sida más de la mitad de su vida, él es el ejemplo de que con tratamiento, se puede

Es embajador de la campaña “Here I Am” con la que pide el apoyo de los gobiernos al Fondo Mundial de lucha contra el SIDA, la tuberculosis y malaria



17.06.2010 · Lydia Molina

Gustavo Zabala tiene 44 años y el sida le ha acompañado más de la mitad de su vida, desde que una noche a los 19 años mantuvo relaciones con un hombre que se lo transmitió. “Cuántas veces le he dado vueltas a aquella fatídica decisión!”, recuerda. “Aquel hombre desconocido, que se cruzó casualmente en mi camino, cambió mi vida”. Cambió su vida porque cuando supo que era seropositivo “empezó un infierno”. Durante 17 años luchó contra las infecciones que iban surgiendo por la debilidad de su sistema inmunológico. En 2003, “empezaron los dolores de cabeza y me diagnosticaron una meningitis. Pero yo, que tenía terror a los hospitales, que no me ingresaran. Pasé una temporada en un albergue donde me atendía una enfermera, pero al final los dolores eran ya tan fuertes que no quedó mas remedio que enviarme de nuevo al hospital para que me tratasen ¡tres meningitis!: una por tuberculosis, otra por crioptococosis y una más por bacterias”, cuenta.

Poco tiempo después entró en coma, y así estuvo cuatro meses. Los médicos lo mandaron de vuelta al albergue, “siempre dije que no quería morir en un hospital”. Pensaron que no lograría despertar, pero lo hizo. Después de cuatro meses de ausencia, cuando se vio por primera vez delante de un espejo pesaba menos de 30 kilos. “Parecía un anciano”. Empezó el lento proceso de la recuperación. “Tuve que aprender de nuevo a caminar, a valerme por mí mismo. Pero aquí estoy. Here i am“. Dar con el tratamiento que necesitaba no fue fácil, “yo tengo resistencia al virus y tuve que probar con varios hasta llegar al que tengo ahora. El que me da la vida”.

Gustavo es hondureño. Está en España para presentar la campaña “Here I Am”, una iniciativa de “International Civil Society Support” que pretende presionar a los gobiernos para que incrementen el apoyo al Fondo Mundial de lucha contra el SIDA, la tuberculosis y malaria. El FM lo crearon en 2002 los países del G8. En octubre, los donantes renovarán sus compromisos financieros para los próximos tres años y deberían recaudar al menos 20.000 millones de euros para combatir estas enfermedades.

Gustavo es el rostro de una enfermedad que cada año mata a dos millones de personas. Pero también es su lado esperanzador, “si hoy estoy vivo es gracias a que he recibido el tratamiento”, por eso ayer por la tarde se reunió con representantes de la Comisión de Cooperación del Congreso de los Diputados. Actuó como embajador para pedirle a España “que cumpla a pesar de la crisis, porque estamos hablando de la vida de millones de personas”. El Gobierno español acordó donar 600 millones de dólares al organismo internacional entre 2008 y 2010. “Lo que le pedimos al Gobierno es que cumpla con los 250 millones de dólares comprometidos para 2010 con el Fondo Mundial y que en la conferencia de donantes de octubre mantenga el nivel de contribución económica que ha tenido hasta ahora”, afirma Vanessa López, representante de Tenemos SIDA.

La discriminación y estigmatización han acompañado a Gustavo durante 24 años, “en todo este tiempo no me he decidido a salir del anonimato y lo he hecho ahora es porque hace falta, porque si a mi país no llegara la ayuda moriríamos en masa como ocurría a principios de los ochenta. Hay que contarlo”. En Honduras, hay 27.ooo personas con VIH, sólo 7.300 recibe el tratamiento de retrovirales en lugares como la Casa Renacer, donde vive y trabaja Gustavo, apoyando a los enfermos. “Hay que luchar no sólo para que estos tratamientos no se interrumpan, sino también para conseguir que se administren desde el momento del diagnóstico de la enfermedad, no cuando las defensas ya ha caído a unos niveles mínimos, como se hace ahora. Si el Fondo Mundial deja de financiar todo esto, el sida en Honduras volverá a ser sinónimo de muerte”.

Gustavo Zabala ha sido el primero, pero habrá otros rostros y nombres de América Latina, África y Asia que como él, irán a contar sus historias a la cumbre del G8 y del G20 en Canadá, a la Conferencia Internacional de SIDA que se celebrará en Viena y a la Cumbre de Naciones Unidas donde se revisarán los compromisos con los Objetivos de Desarrollo del Milenio en septiembre.

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